jueves, 4 de febrero de 2010

...conversación


Al parecer no todo resultó tan mal, le dije mirándole a los ojos, dices que no fue un buen año para ti, sin embargo me comentas que de hace un par de meses eres inmensamente feliz. Se quedó unos segundos pensando en su respuesta, todo lo que me había dicho hasta ese momento con respecto al año 2009, había sido un balance lleno de penas y frustraciones, sin embargo le hice meditar para replantearse. No todo fue penas y amarguras, en eso tienes razón me confesó, el año recién pasado fue un tiempo de historias que me llenan de melancolía, sin embargo te confesaré algo, te contaré lo que me tiene así de feliz: “conocí a la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida”. Ahora fui yo quien guardó un momento de silencio, y con mi mirada fija en sus ojos, sin querer intimidarle, guardé el respeto oportuno para que continuara su interesante relato.

Por unos cuantos minutos le deje hablar, leí en sus palabras la sinceridad y honestidad de antaño. Sus ojos brillaban y sus palabras describían toda su emoción. Estaba viviendo realmente una hermosa historia de amor, me narró con detalles ese día de julio cuando se conocieron, las coincidencias de la vida, el tiempo que invirtió en la conquista, las ilusiones atesoradas, también las semanas de soledad y desencanto. Descubrí en sus palabras que sus sentimientos son reales, que su amor es sincero y genuino. Mientras hablaba, yo sonreía.

No tengo ninguna duda que algo ha cambiado en ti y este amor te ha hecho bien, le dije. Al parecer la persona que conociste es alguien muy especial, noto que eres mejor persona y que valoras antiguos principios que habías olvidado. Se quedó meditando… Sí, he vuelto a mis principios, creo en Dios más que nunca y se que ha bendecido mi camino. Volví a sonreír, yo también creo en Dios le dije y no tengo duda que seguirá bendiciéndote. Espero que este amor que ahora vives siga creciendo día a día, que aprendas a valorar que amar no es buscar a alguien que te haga feliz sino más bien lograr hacer feliz a alguien, que cuando hay amor los temores se disipan, que todo se vuelve soportable, se es más paciente y comprensivo, no se aparenta ni se busca el propio interés, no te rindes ante las circunstancias adversas y te olvidas de todo lo malo, a veces se sufre pero aún en el dolor si hay amor siempre permanecerás al lado de quien amas.

Quedé muy tranquilo con la conversación. La paciencia tiene recompensa le dije, lo que uno cosecha siempre siembra. Me despedí con mucho cariño, feliz de que le vaya bien en la vida, al fin y al cabo su felicidad es también la mía.