martes, 23 de agosto de 2011

...ansias verdaderas por conocer al Dios verdadero


Fue un día como hoy pero hace 439 años, la historia dice que fueron entre cuarenta y sesenta mil los que fueron cruelmente masacrados en lo que se conoce hasta el día de hoy como "la matanza de San Bartolomé". Suceso cúspide y cruel de lo que fue el martirio de los primeros reformados franceses, cuyas diferencias religiosas terminaron en una verdadera catástrofe. Miles de hugonotes (antiguo nombre otorgado a protestantes franceses) muertos en manos de católicos, quienes ante el grito de ¡viva el papa y la misa! bañaron de angustia y agonía la calles de París y luego de casi toda Francia.

¿Los motivos?, la historia y la propia iglesia como institución hacen su mea culpa, explicaciones políticas y religiosas que pasan a ser mera palabrería cuando de justificar las atrocidades se trata. El miedo a perder el dominio y el poder que poco a poco cedían en una Francia que hasta ese momento era la joya de la corona papal, en siglos donde literalmente el Papa ponía y sacaba reyes a su propio antojo. Imperio cuya tiranía se sentía amenazada por personas que ya hacia un tiempo, por voluntad propia, habían decidido ser libres de todo autoritarismo clerical y religioso, encontrando tan solo en Cristo y no en instituciones, el único Camino a Dios.

Ejecutados por creer en Cristo al modo que lo enseñan las Escrituras. Culpables de sedición, traición a la corona, pues hay que reconocer que no hay nada mas sedicioso en este mundo que atreverse a pensar, a marcar la diferencia, hacerse preguntas, querer llegar más allá de lo establecido, abrir los ojos a la Gracia y tener acceso directo a un Dios que hasta ese momento tenía por costo el besar anillos clericales, pagar altas suma de dinero a modo de indulgencias, venerar supuestos huesos de santos y aceptar múltiples abusos de los que supuestamente representaban a Dios en la tierra.

El derecho al juicio privado y a la libertad de la conciencia siempre traerán consigo el desplome de las tiranías establecidas. La iglesia de la época creyó que con estos horrendos crímenes acallaban la semilla que habían plantado Lutero y Calvino entre tantos otros, pero no fue así. Miles de estos protestantes se dispersaron por toda Europa llevando consigo la libertad del pensamiento, haciendo prosperar a los reinos decadentes de la época, convirtiendo a un continente subyugado al imperio romano en lo que es hoy, naciones reformadas, poderosas y prósperas.

Comenzó todo la noche del 24 de agosto de 1572, eran miles de cristianos reformados, unidos voluntariamente por la fe, sin papas ni cardenales. Cuyos valores más excepcionales eran la sobriedad, el amor al trabajo, la oración y la lectura bíblica. Corderos de un solo Pastor y no de cualquier boyero que pasa por el camino pretendiendo llevarlos ciegamente por ahí. Ejemplos de fe y libertad, genuinos mártires que esa noche se negaron a traicionar la fe, no como otros que abdicaron ante el temor de las espadas y cuchillos. Siempre en todo ámbito de la vida, nos encontraremos con débiles y traidores que abdican y traicionan los valores más sagrados, tránsfugos de la vida que niegan la fe, rompen los pactos y viven sin principios por su propio beneficio.

Hoy les rindo a ellos mi homenaje, rescato de su valioso sacrificio sus principios y heroica fe. Quiero aprender de sus valores, entender que el Evangelio es vida diaria, vida de trabajo, vida de sacrificios. Ellos decían: “ora mientras trabajas, trabaja mientras oras”, ellos hicieron grande sus naciones, ejemplo de fidelidad al límite. Ellos me recuerdan que no debo nunca olvidar a quien adoro, al que nació en un establo, a un azotado y sacrificado. El sacrificio de estos mártires me alientan a moverme bajo sus mismas convicciones y a tener antes todo “ansias verdaderas por conocer al Dios verdadero”


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