viernes, 25 de noviembre de 2011
...un 25 de noviembre
Un 25 de noviembre, cuando yo tenía 20 años, tuve la idea de escribirme una carta a “mí mismo”, una carta que me propuse abrir a los 30 años. En ella estaba estampada toda la energía joven que en ese entonces tenía. Era universitario, cobijado en el seno de mi familia, rodeado de gente muy linda, con muchos amigos, mis actividades cristianas ocupaban gran parte de mi agenda y además tenía muchos propósitos y metas para el decenio que comenzaba.
Cuando cumplí los 30 años abrí esa carta y pude leerla no sin sentir cierta melancolía, porque gran parte de los anhelos y deseos que tenía el Francisco de los 20, 10 años después no habían sido cumplidos. Y no me refiero a todas las áreas de mi vida, porque en muchas de ellas creo que he dado un gran salto, he sido prosperado y he hecho muchas cosas que no estaban en mi mente hacer y que han producido gran alegría. Sin embargo, gran parte de mi plan original en los últimos años de ese decenio sufrió una gran mutación, sufrió un gran cambio.
Recuerdo perfectamente el día en que me dí cuenta que mi vida no iba a resultar exactamente como lo había planeado. Esto también fue un 25 de noviembre, tirado en el pasto en una plaza de Paillaco con mi mejor amiga, mi Clau. Ella está de cumpleaños un día después que yo y la vida nos hizo coincidir en su pueblo natal en una conversación que nunca olvidaré. Fue ahí donde asumí que hay sueños, anhelos, metas y expectativas que por diversas razones a veces se alejan de nuestra propia realidad y no podemos cumplir. Los planes cambian, las expectativas se diluyen, la personas nos defraudan, los sueños se escabullen y se hace inmensamente necesario conservar la calma para seguir mirando al frente, y descifrar que hacer con nuestra vida cuando no está resultando todo de la manera que esperamos.
Los años fueron pasando y mi vida evolucionó. Dentro de todos estos cambios que he vivido ha habido de todo, tristezas y alegrías, risas y llanto, impotencia y satisfacción, pobreza y abundancia, amor y desamor, desasosiego y paz. Todo ello siempre acompañado de la esperanza y la fe de creer que todas las cosas vividas traerán consigo algún día un buen fruto. Siempre confiando en que es Dios, quien me formó desde el vientre de mi madre, quien tiene mi destino en sus manos e irá abriendo siempre caminos donde no los hay y me pondrá siempre en el lugar correcto en el que debo estar.
Hoy cumplo 34 años y lejos de sentirme viejo como muchos de mi edad se sentirían, siento que la vida me sonríe y la he vivido intensamente sin perder de vista mis objetivos. Y a pesar que las vivencias propias de mi edad van dejando huellas y surcos en mi rostro, son huellas que hablan de mil historias, historias que comparto con mis cercanos, historias que hablan de mi perseverancia, de mi gran fe y de mi optimismo. Las diferencia físicas delatan el paso del tiempo por mí, sin embargo no lamento para nada seguir cumpliendo años, la experiencia y vida adquirida a través de ellos han forjado la persona que soy. No soy el mismo joven de 20 años escribiéndole una carta al futuro, impregnando en un papel sueños y expectativas ambiciosas, soy simplemente un hombre ya maduro, se que no soy el mejor, también se que no soy el peor, tan solo soy lo que soy. Y así como soy me ama Dios, mi familia y mis amigos.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
...victima de una estafa
Hoy no debiera ser un buen día, fui victima de una estafa. No se de que manera ni como desde el extranjero sacaron todo el dinero que tenía en mi cuenta, me dejaron en cero peso. De alguna forma (reitero no se cómo) mi tarjeta fue clonada, mi clave hurtada y mi cuenta corriente saqueada. Ya fui al banco, hice todos los trámites correspondientes al protocolo de estafa, firmé hasta el último papel y ahora debo esperar una investigación para que el banco aclare lo sucedido y vea si corresponde o no aplicar el seguro base con el que debiera contar mi cuenta corriente.
A pesar de todo esto hoy llegué sonriendo a mi trabajo. Alguien me preguntó, ¿crees que todo esto sea motivo para reír? mmm reflexioné un rato, la verdad que no, no hay motivos para sonreír, debiera estar molesto, quizás airado, cabizbajo y muy preocupado, ya que tendré que conseguirme dinero para pagar las cuentas pendientes. Sin embargo hoy no puedo dejar de sonreír, no puedo permitir que las circunstancias adversas, injustas y hasta perversas me hagan perder un solo día de vida prestada, prestada por Dios para vivirla abundantemente. De seguro hay algo bueno para mí hoy, algo que no dejaré que se pierda.
Muchas veces nuestro ánimo funciona como una montaña rusa. Nos sentimos arriba en la cúspide, de pronto descendemos abruptamente llegamos al nivel más bajo, nuestro ánimo decae, nuestro rostro por el suelo, así nos ve la gente, lo lee en nuestros ojos, parece que tocamos piso. De pronto lentamente volvemos a ascender para llegar a la cúspide otra vez, ahí volvemos a sonreír, a pasarlo bien, y decimos “que feliz me siento”. Todo esto resultado de que limitamos la sonrisa, la alegría, la gratitud de vivir al momento o circunstancia por la que atravesamos.
Alguien escribió por ahí “si tu problema tiene solución, de que preocuparse? y si tu problema no tiene solución, de que preocuparse?”…de seguro que son sabias palabras que nos recuerdan vivir la vida sin preocupaciones sin estrés, sin temores. Por otra parte, no puedo olvidar palabras que aprendí de pequeño “estén siempre gozosos, oren a Dios y den gracias en todo”
A pesar de todo esto hoy llegué sonriendo a mi trabajo. Alguien me preguntó, ¿crees que todo esto sea motivo para reír? mmm reflexioné un rato, la verdad que no, no hay motivos para sonreír, debiera estar molesto, quizás airado, cabizbajo y muy preocupado, ya que tendré que conseguirme dinero para pagar las cuentas pendientes. Sin embargo hoy no puedo dejar de sonreír, no puedo permitir que las circunstancias adversas, injustas y hasta perversas me hagan perder un solo día de vida prestada, prestada por Dios para vivirla abundantemente. De seguro hay algo bueno para mí hoy, algo que no dejaré que se pierda.
Muchas veces nuestro ánimo funciona como una montaña rusa. Nos sentimos arriba en la cúspide, de pronto descendemos abruptamente llegamos al nivel más bajo, nuestro ánimo decae, nuestro rostro por el suelo, así nos ve la gente, lo lee en nuestros ojos, parece que tocamos piso. De pronto lentamente volvemos a ascender para llegar a la cúspide otra vez, ahí volvemos a sonreír, a pasarlo bien, y decimos “que feliz me siento”. Todo esto resultado de que limitamos la sonrisa, la alegría, la gratitud de vivir al momento o circunstancia por la que atravesamos.
Alguien escribió por ahí “si tu problema tiene solución, de que preocuparse? y si tu problema no tiene solución, de que preocuparse?”…de seguro que son sabias palabras que nos recuerdan vivir la vida sin preocupaciones sin estrés, sin temores. Por otra parte, no puedo olvidar palabras que aprendí de pequeño “estén siempre gozosos, oren a Dios y den gracias en todo”
martes, 1 de noviembre de 2011
...tuve una abuelita demasiado linda
Tuve una abuelita demasiado linda a quien todo el mundo respetó, de mirada profunda de rostro flaquito, delgadita figura que de pequeño amé yo. Era una doña, una señora, de los detalles no se olvidó, enseñó a sus hijos con sabios consejos, a los nietos más grandes siempre corrigió.
Tuve una abuelita de salud sufrida, cargando dolores siempre vivió, consultaba constante a muchos expertos, pero su angustia nunca calmó. Escribía poemas cual de todos más lindos, si hasta en canciones ella se inspiró, que hablaban de fe de creer en Cristo de vivir dignamente, de confiar solo en Dios.
Ella fue madre para muchas personas, consuelo para otras tantas nunca faltó. Sus delgados brazos se abrían para todos, su consejo inspirado a nadie le falló. Procuró siempre el bien del resto, en sus palabras la gente confío, tuve una abuelita querida por muchos, cuando se fue el llanto brotó.
Mi abuelita fue la mejor de todas, fue hermosa hasta el último día que vivió, nos dejó una madrugada todos lloramos, en brazos de un ángel partió. Estuvimos con ella todo el día de su angustia, con un beso en la frente le dije adiós, no olvidaré esa mirada perdida, con sus ojos entreabiertos buscaba al Señor.
Tuve una abuelita demasiado linda que ahora duerme en los brazos de Dios, hoy que se cumplen 4 años de aquello, con simples palabras la quiero honrar yo.
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