martes, 24 de noviembre de 2009

...24 de noviembre


Hace exactamente un año, un día 24 de noviembre, paseaba yo por Paris completamente sólo. Nada muy distinto a lo que había sido toda mi estadía en Europa, caminar sólo por las históricas ciudades. Mi odisea partió en Madrid, luego Sevilla, Barcelona, Roma, Florencia, Pisa y ahora estaba en Paris, la ciudad de la luz.

Paris en esta fecha se llena de luces. Por las noches una impresionante Torre Eiffel cubierta de azul, hacía de faro observando la ciudad, descubriendo todos sus rincones. Cientos de turistas paseaban, disfrutando las noches alumbradas por millones de faroles, que hacen de cada rincón parisino, una experiencia única. Caminar por los Campos Elíseos iluminados es un recuerdo que jamás olvidaré ni borraré de mi memoria.

Durante todo aquel día un intenso frío se dejo sentir, caminaba por la ribera del río Sena, admirando la arquitectura, comprando recuerditos y pensando mil cosas. Me cuestioné que hacia yo allá cuando mi corazón estaba realmente en Santiago, estaba tan lejos de las personas que amaba y con las que quería compartir mi cumpleaños. Tan solo faltaban horas, y yo caminaba sólo por una fría ciudad iluminada.

Extrañé todo mi viaje, lo pase muy bien claro está, fue una excitante experiencia, pero extrañé todo mi viaje. Extrañé compartir con alguien todo lo que mis ojos veían, todo lo que vivía a diario, todo lo que mi corazón sentía. Espero no volver a viajar sólo en la vida, reconozco que fue un error no haber llevado conmigo a quien fuera en ese entonces mi mejor compañía. Noviembre fue para mí un mes frío, el más frío del año.

Noviembre de este año no ha sido muy distinto al del año anterior. Es cierto que esta vez he estado rodeado de la gente que me quiere, de quienes realmente me estiman y se han preocupado de mí en todo sentido. Pero en el fondo, para mí ha sido un mes frío y de soledad, tan frío como esos días en Paris, pues no tengo a mi lado a quien por estos días era mi mejor compañía. Camino por mi ciudad sintiendo mil emociones, guardando mil sensaciones, cuestionándome cada minuto. Respiro hondo cada vez para dejar descansar mi mente, los recuerdos aún frescos de lo que he vivido estos últimos días duelen en lo más profundo.

Recuerdo aún esa fría noche francesa. Ya se hacía oscuro y las millones de luces comenzaban a titilar. Mi amigo Raúl, un chileno residente en Paris, se comunicó conmigo luego de planearlo todo. No estarás sólo en tu cumpleaños me dijo, iremos a cenar a un lugar especial, esperaremos las doce juntos y brindaremos por tus 31 años. Fue una noche cargada de emociones, el caminar, el conversar, la cena, el pastel y la vela, todo fue perfecto, Raúl se había preocupado de hasta el más mínimo detalle. Ya no estaba sólo en París, y a pesar que mi corazón seguía en Santiago, un amigo logró hacer que esa noche disfrutara tanto como pocas veces lo he hecho en mi vida. Sin lugar a dudas, fue un cumpleaños muy especial.

Hoy es 24 de noviembre y una sensación de ansiedad me cubre por completo. Está claro que no estaré sólo en mi cumpleaños, amigos y familiares estarán conmigo, sus abrazos, buenos deseos y cariño harán de mañana un día muy especial. Sin embargo, en lo profundo de mí, se que nada es comparable, nada es igual, nada es reemplazable, al abrazo, deseo y cariño que pensé tendría este año de la persona que me enamoré y que tristemente ya no está conmigo.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

...aunque sonrías y te hagas el lindo

“Aunque sonrías y te hagas el lindo, yo te conozco bien y se que algo hay en tu mente y corazón que tus ojos reflejan y no quieres decir. Cuando te sientas listo hablemos, te espero todo el tiempo que necesites TQM”

Con este mensaje a mi celular quiso llamar mi atención, y vaya que lo hizo, mi primera expresión fue sonreír y decir no pasa nada, son solo ideas suyas. Pero a una amiga, no la puedes engañar. Habíamos estado compartiendo un chocolate caliente la tarde del domingo, como frecuento hacerlo con mis amigos. Yo me reía todo el rato, el chiste estaba a flor de labios, interrumpí, alcé la voz, e hice bromas de cada ocasión que se presentó, sin embargo no pude engañarla, mi mirada hablaba por mí.

Ha sido un tiempo de muchas preocupaciones y de incertidumbre, de confundirme, de entusiasmarme, de ilusionarme, de volver a la confusión. También ha sido un tiempo para recordar. Siento tanto amor aquí en mi pecho, estancado, queriendo salir a la luz, un amor sin usar esperando respuesta. Siento que aún tengo anhelos que han sobrevivido a todas las inclemencias de la vida, sueños rescatados de mis propios cataclismos. Ilusiones guardadas, tesoros escondidos que ninguna circunstancia ha robado. Vivo sintiendo un amor aquí en mi pecho que ha sobrevivido a los inviernos más tristes, a los silencios más eternos.

Como explicarle que estoy bien, como explicarle que a veces estoy mal. Este amor entristece mis ojos de vez en cuando, un amor que me obliga a guardar silencio, aún si quisiera gritarlo. Tengo un amor que crece y un pecho apretado. Una ilusión que alimento, una bendición que extraño. Tengo un camino difícil, pedregoso e hiriente, un camino empinado. Aún así tengo la ilusión fresca. A veces estoy bien a veces estoy mal, pero tengo un sueño intacto que a pesar de todo voy a conservar.

(escrita originalmente el viernes 21 de agosto del 2009)

martes, 17 de noviembre de 2009

...mira hacia arriba




No hace mucho tiempo, yo escribía muchos artículos para el Ministerio de Jóvenes Cristianos. Como editorial de una pequeña revista, una vez incluí un artículo sencillo el cual dejaba una gran enseñanza. Haciendo memoria de él recuerdo lo siguiente.

Trataba de un marinero novato en un buque de vela a quien se le ordenó un día subir a lo más alto del mástil a cumplir cierta función. Estando arriba, el joven miró a sus pies y la panorámica lo aterró, estuvo a punto de caer a la cubierta. Veía hacia abajo todo muy pequeño, su buque era insignificante en medio de la inmensidad del mar que lo rodeaba. Se sintió entre el cielo y la tierra, la cabeza le daba vueltas, comenzó a marearse y las fuerzas poco a poco comenzaron a abandonarlo y parecía perdido sin saber que hacer, sin poder reaccionar.

“Mira hacia arriba muchacho, mira hacia arriba”, escuchó la voz de un viejo marinero que de la cubierta lo observaba. El joven apartó la vista del abismo y miró el firmamento azul por el que corrían nubes serenamente, el mismo firmamento que contemplaba echado de espaldas sobre el pasto de su ciudad natal cuando era pequeño. Un extraño sentimiento de seguridad reemplazó el terror y desesperación que sintió hace unos minutos, esto le ayudó a desplazarse hábilmente a lo largo del mástil hasta bajar nuevamente a la cubierta.

Jamás olvidó el consejo del viejo marinero y cuando volvía a él el temor y el desánimo miraba hacia arriba, bien alto, hasta que encontraba nuevamente la paz.

En los días en que mi mente colapsa, en que me embargan dudas, temor, disgusto, dolor o soledad, recuerdo siempre esta enseñanza y aunque me cuesta, logro “mirar hacia arriba”. Días en que mi visión se enturbia, en que pierdo la fe, en que se desvanece la esperanza, cuando el temor se apodera de mí, escucho el grito de aviso “mira hacia arriba, mira hacia arriba”... ¿Quién está allá arriba?

lunes, 16 de noviembre de 2009

...si no estás conmigo


Se ve inmensa la ciudad… las gotas siguen cayendo y desde mi cálida habitación yo lo observo todo. No se muy bien desde que hora estoy aquí ni cuanto tiempo ha pasado, solo se que observo la ciudad, tan grande como grande es mi ventana, la miro y no me canso de hacerlo.

Me gustan los días así, a media luz, grises, húmedos. Siempre me he refugiado en ellos para recordar, para repasar la historia y hundirme un poco en la melancolía. Y es que hay tanto por repasar en mi mente que me falta el tiempo, nunca me sobra… mi cabeza es un sin fin de pensamientos libres y locos que juegan a esconderse en mis rincones. Me gusta traer las imágenes, las repaso lentamente, cada rincón de mi historia. A veces río, a veces me pongo triste, otras veces mis mejillas y cuello prueban la salina gota que mis ojos no retienen, pero eso es bueno, dejar caer mis lágrimas ha permitido sanar lo vivido.

Aquí estoy, pensando, recordando y anhelando, sólo en mi refugio. Mirando y observando. Pequeñas siluetas se dejan ver en las distintas edificaciones. Hoy la ciudad es gris, los colores se han escondido y se lava el hormigón de la ciudad, las calles conducen las gotas caídas, se van lejos.

Sigo en mi ventana, ha pasado ya un buen rato y un cálido sol tempera mi cara. La ciudad sigue inmensa, tan llena de colores, tan iluminada, como pocas veces se aprecia Santiago en invierno. Líneas de intensa luz se asoman desde el cielo. Limpio mis lágrimas, la humedad en mis ojos me ha hecho ver todo lúgubre este día. Y es que siempre será oscuro si te recuerdo, siempre es media luz si estás lejos, siempre será gris mientras te extrañe... Siempre será invierno si no estás conmigo.

(escrita originalmente el 26 de julio del 2009)